COLECTIVO NUESTROAMERICANO ALÍ PRIMERA: Textos y Documentos

martes, 13 de octubre de 2009

Textos y Documentos




MOMENTOS ANTES


Cuento escrito por Rachel Fernández
en el marco del Referendum 2007
Ganador de la "Mención publicación en la revista SUFRAGIO del Poder Electoral, concurso del CNE"



Dos, tres, cuatro cartas más de invitación antes de devorar con premura el menú que consta de, dos salchichas de pavo y un poco de lechuga que se marchitaba en la nevera. Aún hay tiempo para confirmar a un par de invitados que vienen a supervisar un evento con alcance regional. Continúa la espera de la confirmación de treinta y dos habitaciones, en las cuales se supone dormirán la misma cantidad de observadores (así se les llama). El clima, parcialmente nublado con posibilidades de precipitaciones leves hacia la tarde.
Uno tras otro, con presión y precisión, parten los transportes rumbo a ejecutar el plan trazado, ¿su objetivo?, depositar a los visitantes, gastados por el viaje, unos entusiastas, otros cargados de un aura indescifrable, en los hoteles dispuestos para esa labor.
A mi cargo, un profesor ecuatoriano, de aspecto incisivo -como personaje de “La tía Julia y el Escribidor”-, un estudiante noruego de El Centro de Estudios Latinoamericanos de Oslo y una dirigente sindical nicaragüense.
Eugenia Navas era el nombre de aquella afable centroamericana. En el trasbordo que hubo de hacer en Panamá, extravió una importante porción de su equipaje –un episodio que pudiera haber sacado de sus casillas a cualquiera-. A pesar del inconveniente, Eugenia sólo parecía pensar fijamente, en lo que se me antoja, parecía una misión personal. Si había razones de Estado en su actitud, la impresión que causaba, dejaba fuera de combate esa posibilidad.
El joven que vino del frío, lucía interesado en el fenómeno, como lo llamaba, desde una perspectiva académico-científica. Necesitaba datos, tendencias e impresiones colectivas acerca del proceso comicial que se escenificaba en Venezuela. Su herramienta principal era un grabador, y el material visual lo recogía con una cámara digital, si se quiere, precaria en comparación con cualquiera de las que ostenta un segmento significativo de nuestra clase media.
La atención del pequeño profesor se centraba en la actitud de los medios de comunicación social. Aparentemente tenía mucho tiempo trabajando el tema del manejo de la información y su impacto en la opinión pública. Caminaba rápidamente mientras repetía que era interesante el paisaje comunicacional en nuestro país. El gran peso en los valores estéticos que se difundían a través de los canales de señal abierta, eran para el docente, excesivos y atemorizantes. Pero en su discurso afable no se expresaba una pizca de temor, sino un entusiasmo que pude identificar como elemento común en los tres observadores a mi cargo.
Las habitaciones coinciden. Todos albergados menos Eugenia que se quedó sin equipaje y necesita comprar algo de ropa que la ayude a cubrir su agenda y su cuerpo. Caracas nos ofrece esta noche, una cuota extra de tráfico que envuelve de luces y lentitud cualquier labor que debas emprender. Así, encandilado y con retraso, ubico a la señora Navas en el ascensor que la conducirá al piso de su descanso y me dedico a etiquetar y programar teléfonos que serán asignados a todo el cuerpo de protocolo, para mantenerse en contacto durante las giras de observación.
Nos espera entonces una madrugada movida. Varias carpetas deben contener itinerarios, actividades especiales, información de último momento, comprobación del funcionamiento de los sistemas que se instalan, observaciones oportunas sobre posibles retrasos. Llamadas telefónicas advierten sin cesar, requerimientos de último momento que tienen escasa vida útil pero que son indispensables y forman parte de una cadena a la que no le deben faltar eslabones.
CNN, nos monitorea, Reuters nos monitorea, BBC nos monitorea. Poco a poco el filo de argumentos detractores va perdiendo efecto sobre la eficacia y los resultados. A petición de fuerzas ocultas del cabildeo y las consultoras que perciben el devenir, se comienzan a respirar aires de alivio ante lo que parece un repentino debilitamiento de la ofensiva hertziana. No se siente el cansancio, de hecho, estar cansado es, a partir de este momento, una condición racional inoportuna que te distrae pero no afecta tu vigor. Estás convencido de algo inminente, de un desenlace predestinado que solicita esa energía que no te caracteriza; eres importante engranaje en una máquina justa; persigues como individuo la victoria colectiva.
Te retiras un instante, debes ir al baño. Tu rostro en el espejo posee un halo de satisfacción camuflada entre ojeras. El agua con que lo enjuagas aunque fría, aporta bienestar a la piel. Miras los números verdes de un reloj digital de pared, 5:12 a.m. Caminas en dirección a una ventana y retiras parcialmente las cortinas. Aun está oscuro pero hay betas de claridad dispersas en un cielo gris. Todo está por comenzar.

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